Cuando una pareja cesa en la convivencia y se separa puede plantearse la separación legal o el divorcio. A continuación vamos a pasar a  analizar las principales diferencias entre ambas fórmulas.

En una separación legal el vínculo matrimonial se mantiene, continuando las personas casadas; sin embargo, en un divorcio el vínculo matrimonial se disuelve, dejando de estar casados por tanto los cónyuges. Consecuencia de ello es que los cónyuges separados no pueden casarse con otras personas ni volver a casarse entre ellos; sin embargo, los cónyuges que se han divorciado sí pueden casarse con otras personas e incluso volver a contraer matrimonio entre ellos. Ello siempre referido al matrimonio civil y no al canónico: dos personas casadas por la Iglesia sólo podrán volver a contraer matrimonio católico si obtienen la nulidad eclesiástica o enviudan .

Tras una separación legal cabe la reconciliación (ante el juzgado o notaría dependiendo del caso) pero tras un divorcio no cabe la reconciliación, la pareja tendría que volver a casarse.

Tanto la separación legal como el divorcio requieren acudir al Juzgado y obtener una sentencia, salvo que sea de mutuo acuerdo y no haya hijos menores ni incapacitados, en cuyo caso será posible llevarlo a cabo ante notario.

Tanto en la separación legal como en el divorcio, el régimen económico matrimonial queda disuelto. En cuanto a la herencia, también en ambos supuestos se pierde el derecho a heredar del otro cónyuge y el derecho a la legítima del cónyuge viudo.